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Miembro y fundador de la red de Ciudades Sin Miedo, Gerardo nació en Tucumán y vive desde el 2001 en Barcelona. Es hijo de Ángel Pisarello (1916-1976), destacado abogado y político argentino, detenido-desaparecido por la última dictadura militar. Fue vice-alcalde de Barcelona en el primer gobierno de Ada Colau. Actualmente es diputado de En Comú Podem por la circunscripción de Barcelona y vocero parlamentario de Asuntos Exteriores.
“No es fácil gobernar cuando no se pertenece a las élites del sistema. Cuando no se tienen los medios de comunicación, ni el poder financiero. Sin embargo, en estos últimos 5 años, Barcelona se convirtió en una de las pocas ciudades que le plantó cara a los fondos buitres, al poder financiero. En Barcelona solía ocurrir que los movimientos populares denunciaban a los municipios por no cumplir con el derecho a la vivienda. Lo que pasa hoy es que los fondos buitres denuncian a nuestro gobierno por defender ese derecho. Ese odio que nos tienen lo llevamos con orgullo”.
“Una de las cosas que demostramos en nuestro gobierno es que se puede generar una institucionalidad diferente. No podíamos eliminar desde el gobierno de Barcelona los desalojos, porque eso depende de leyes estatales nacionales, pero lo que sí pudimos hacer es crear una Unidad Anti Desalojos que permite que cuando se intenta producir un desalojo el ayuntamiento pueda mediar, evitando que miles de familias que tenían una orden de desalojo judicial sean echadas de sus casas. Por primera vez un ayuntamiento defendía el derecho a la vivienda, multando a bancos con viviendas vacías de manera injustificada, obligándolos a cederlas al ayuntamiento para que sea el gobierno de Barcelona el que se las alquilara a sus vecinos”.
“La derecha entendió que tenían que construir una internacional que genere miedo entre la gente más humilde. Ya no solo porque aplican políticas neoliberales, sino además porque si uno se resiste a eso te ponen una pistola sobre la cabeza: así nos llevaron a Marielle Franco, así nos intimida el partido de la ultraderecha global. Y así intentan debilitar los procesos de los gobiernos populares. Esa es una de las grandes razones por las que estoy en Rosario: porque tenemos que profundizar nuestra internacional municipalista, a la altura del desafío que nos está planteando la extrema derecha. Ese es el único antídoto contra el miedo y contra la angustia que nos genera el capitalismo”.
“Tenemos que entender que vivimos un nuevo tipo de capitalismo. Un capitalismo muy concreto, que necesita aniquilar los recursos naturales: por eso es ecocida. Un capitalismo que está aterrorizado por el empoderamiento de las mujeres y las sexualidades diversas, por eso es femicida. Un capitalismo que no puede imponerse como consecuencia de la resistencia de los pueblos campesinos y originarios, por eso es absolutamente racista. Nuestro proyecto, entonces, tiene que ser anticapitalista y post capitalista. Un proyecto constituído y apuntalado por los feminismos, por el ecologismo y el antirracismo. Un proyecto de transformación. Los cambios cotidianos que vamos consiguiendo son muy importantes, pero eso nunca puede convertirse en un elogio de la gestión sin horizonte de transformación. Tenemos que gestionar este presente duro con propuestas concretas, que aunque no reflejen todo nuestro programa, nos acercan al horizonte de transformación hacia el que vamos. No le podemos fallar a quienes nos antecedieron. En honor y homenaje a sus sueños, nuestra mirada de transformación tiene que ser una mirada larga”.