Compartí esta nota
Ciudades Sin Miedo es un movimiento global de militantes, activistas, organizaciones, concejalas y alcaldes que trabajan para radicalizar la democracia, feminizar la política e impulsar la transición hacia una economía que se preocupe por las personas y por el medio ambiente.
El primer evento de Ciudades Sin Miedo fue organizado por Barcelona En Comú en el 2017 y contó con la participación de más de 700 personas en representación de más de 100 organizaciones municipales de todos los continentes. Desde entonces, se han organizado eventos regionales de Ciudades Sin Miedo en Bruselas, Valparaíso, Nueva York, Varsovia, Belgrado y Nápoles, de manera descentralizada. En el 2022 volvieron a encontrarse ciudades de todo el planeta en un mismo lugar. Y la sede del evento fue Rosario.
Si querés más información sobre los encuentros anteriores, ingresá acá.
¿Por qué Ciudades sin Miedo en Rosario?
Rosario es hoy la ciudad más violenta de Argentina, cuadruplicando la tasa de homicidios nacional. Latinoamérica es el continente más desigual del planeta, con el 40% de sus habitantes por debajo de la línea de pobreza. Las crisis estructurales que sufren nuestros países se materializan en las ciudades con niveles de desigualdad extrema y violencia que tornan insostenible cualquier proyecto de vida, individual o colectivo, a mediano plazo.
Es acá donde más hace falta combatir el miedo y cultivar la esperanza, y donde decidimos globalmente instaurar este nuevo grito internacional por un mundo más justo.
Porque es también América Latina territorio de resistencia, de lucha y de solidaridad en la construcción de modos de vida comunitarios, cooperativos, autogestivos y alternativos que alumbran, de abajo hacia arriba, espacios de esperanzas.
Por eso nos propusimos el desafío de que Rosario se convierta, durante tres días, en un gran laboratorio a cielo abierto que aloje experiencias de todo el mundo que vienen buscando soluciones reales y concretas a los grandes problemas de nuestro tiempo. Una guía para la acción, para darnos fuerza, para articular todas las prácticas desde abajo en un proyecto global de futuro.
Estamos en tiempos extraordinarios y paradójicos. El neoliberalismo sabe que no puede ofrecer un proyecto para el porvenir, por eso preparó a la ultraderecha como “la máquina de guerra para cuando las cosas fallen”, y esa máquina ya está andando. Los discursos de odio y las soluciones simplistas y violentas avanzan en el mundo apoyados en la frustración que generan, en las mayorías, los problemas que nuestras democracias disminuidas y de baja intensidad no lograron resolver, y lo hacen utilizando los silencios y los debates que la política no se anima a encarar.
En las Ciudades Sin Miedo están las razones para la esperanza, en todas las personas que a pesar de todo no se rinden e inventan nuevos caminos. Ciudades sin miedo es al mismo tiempo una estrategia de futuro y de presente. Una forma de proponer un horizonte por el cual valga la pena caminar, mientras materializamos aquí y ahora la sociedad que queremos. Es también una estrategia para frenar a la ultraderecha que amenaza a la democracia, pero no llamando a conservar lo que tenemos, que es demasiado poco, sino yendo por lo que todavía falta, construyendo un proyecto mejor. Se trata de reinventar la democracia desde donde la democracia nació, desde la ciudad. Es desde lo próximo, lo cercano, lo real y lo concreto, desde donde podemos construir una nueva cultura política, una nueva forma de hacer las cosas, un nuevo modo de gobernar. Porque la manera en que todo esto se hacía antes es la que nos trajo hasta acá.
Hay que inventar nuevas formas, con nuevos protagonismos, con los movimientos sociales, con los ambientalismos y los feminismos, con quienes lo intentaron antes y no pudieron, con las personas de a pie, con la gente común. Menos palacio y más territorio para tener futuro. Menos fronteras que nos separen y más planeta que nos una. Porque nos quieren en soledad, pero nos tendrán en común.